Después de mucho tiempo, después de muchas lágrimas y muchas caídas, he llegado a varias conclusiones. La primera es que el ser humano es estúpido. Bueno, eso ya lo sabíamos todos. Pero tenía que decirlo. Sí, he comprobado con mi propia piel, o más bien, con mi propio corazón, que somos tan sumamente imbéciles que hasta que no perdemos algo (alguien en mi caso, y me atrevo a decir que en el de todos los que están leyendo esto), no lo valoramos realmente. Sí, así de gilipollas. Vale, dejando a un lado los tópicos y esta dura pero verdadera definición de nuestra especie, pasaré a mi siguiente conclusión, la cual más de alguno dirá "pero si eso ya lo sabía yo". Bien, quizá yo también lo sabía en la teoría, y estas son cosas que en las películas no te cuentan, cosas de las que nadie te habla, y es normal, porque primero, no escuchamos una mierda cuando nos enganchamos a alguien, y segundo, nadie nos quiere matar las ilusiones así tan rápido, ya sea por cariño o porque saben que acabaremos jodidos pase lo que pase. Porque así es. Enamórate, deja que pase un tiempo, y después cuéntame si el amor es tan bonito como una flor. Bueno, el caso es que hasta que no eres una persona madura con tus valores bien plantados y sobretodo, tu AMOR PROPIO, no sabrás lo que es ese amor de cuento de hadas. De todos modos, mira las películas, sin drama no triunfan. Supongo que nos han metido en la cabeza que amor equivale a celos, inseguridad, perdonar cuernos, ser un patético individuo dependiente de los Whatsapps de tu pareja y el odiado tick azul, no conocer una mierda a la persona con la que duermes cada noche y aún así, amarla con la fuerzas de los mares. Eh, y no nos olvidemos de esto: creer que el amor es esa enfermiza e insaciable NECESIDAD de estar con alguien. Ese horroroso miedo a estar solo, esa asquerosa manía de que nos recuerden cada día que nos quieren. ¡Claro! Cómo no vamos a querer eso si nunca jamás nos contaron que el secreto del éxito en las parejas es que cada uno se quiera a sí mismo con sus más y sus menos. Pero bueno, que eso en la teoría es súper fácil decirlo. Os lo dice una tía que si el camino del amor propio fuese como aprender a caminar, aún estaría gateando. Por lo menos ya no me tienen que llevar en el carrito. Y sí, "por suerte" (entre comillas porque no hice ni puto caso) tuve a esa madre que te cuenta la vida tal cual es, con sus grandezas y sus miserias (sobre todo sus miserias), y a cada hostia me acordaba de ella, y a cada hostia me decía a mi misma "tenía razón, tenía toda la puta razón". Y mira, me caí igual, pero por lo menos siempre fui consciente de mis errores, porque ya tenía el manual leído, porque oye, de clase jamás me quedó una mierda de lo que decía el profesor, pero de las conversaciones con ella, te las podría recitar de principio a fin.
El tema es. Cuando aprendes que primero estás tú antes que cualquier otra persona, y aprendes que no es egoísmo, sino supervivencia emocional, es cuando eres consciente y caes en que es mucho mejor una puerta bien cerrada, que una cutre y fea ventana medio abierta. ¿Que por qué? Porque esa es la esperanza del mediocre, del que acepta que lo quieran a medias porque no cree que sea merecedor de que lo quieran con todas sus letras. Esperar de esa manera es el método más efectivo para intoxicar tu corazón. Esperar, aceptar que te tengan a prueba durante un tiempo, que tanteen si realmente te quieren a su lado. Y bueno.. está bien, sí, hay que ganarse las cosas, hay que esforzarse. Pero no así. El estado de espera es la manera más cobarde que tienen de quererte. Y comienzas a decaer, y aceptas que se emborrache para que te diga dos cosas bonitas, para que se atreva a besarte otra vez y lo aceptas todo, como si así fueses a conseguir que realmente desee comprometerse en una relación contigo otra vez. Y llegan las noches y pones canciones tristes con letras que realmente se convierten en tus mejores amigas porque sientes que fueron escritas para ti, le escribes tristes cartas de "amor" que acaban con la tinta corrida por las lágrimas, miras fotos idealizando cada momento, mientras esa persona se divierte con sus amigos y tú no pasas ni dos segundos por su cabeza, hasta que ve esos patéticos mensajes que le envías diciéndole que le echas de menos, suspira agobiado, guarda el móvil y vuelve a su mundo, sin ti. Y tú lo sabes. Y te destroza por dentro. Pero no puedes pararlo. Sí, ese es el estado de espera. Ese es el estado que todos alguna vez aceptamos, y tristemente, el que todos alguna vez creamos. Y al final, tu mente es tan hija de puta, que hasta piensas que es lo que te toca, que como tú ya hiciste daño en algún momento, es tu turno de sufrir, entonces te dejas y te sientes prisionera de aquellos errores que cometiste en relaciones anteriores o incluso con esa misma persona. Y vuelves a esas conductas enfermizas, vuelves a esos remordimientos, vuelves a cerrarte a todos y a centrarte en esa persona que consciente o inconscientemente te está jodiendo profundamente la mente y el corazón, y está dejando en ti una huella que sabes que a la larga te transformará y te convertirá en x persona. Pero oye, es tu decisión cómo manejar aquello, es tu decisión transformarlo en un aprendizaje o en un defecto más.
Yo hoy he dado vuelta la página. No hablo de quemar libros y esparcir cenizas, que queda muy bonito en tweets o incluso aquí, pero mi vida es una, y si comenzase a escribir otro libro, sería dejar de lado todos aquellos aprendizajes, sería no ser lo suficientemente valiente como para aceptar que aquella derrota fue parte de mi vida. Y sí, este es otro capítulo, y lo estreno con este escrito, limpia de lágrimas, limpia de rechazos y limpia de remordimientos. Hoy vuelvo a ser. Hoy vuelvo a respirar.